miércoles, 11 de noviembre de 2009

La delgada línea de la ética periodística

Volvemos al tema de la ética periodística, tras nuestro periodo flamígero contra las instituciones estatales. El cortometraje "una centésima de segundo" hace una clara referencia al caso de la fotografía de Kevin Carter y su foto ganadora del Pullitzer. ¿Hasta dónde puede quedarse el periodista como mero informador? ¿Podría realmente el periodista en esa situación haber solucionado algo? Lean, vean y opinen.

El corto en cuestión

Un análisis curioso de la foto de Carter: aquí

2 comentarios:

  1. Claro que sí, hay mucho cafre en la profesión que se pasa la ética por el forro. Pero no son representativos, no son ni una mínima parte. Alguien me ha dicho –no digo que sea cierto– que los periódicos suelen cubrir todos los gastos del reportero de guerra menos una cosa: el psicólogo para cuando vuelven.

    Debemos tener algo en cuenta. Los periodistas son personas, no superheroes. En las últimas dos semanas he estado con dos de los más veteranos corresponsales españoles y los dos han hecho especial hincapié en cómo se juegan la vida a diario. Ir a cubrir una guerra no son unas vacaciones ni ninguna broma. Incluso uno de ellos –no diré aquí su nombre por respeto a sus palabras– confesó que en no pocas ocasiones ha intentado salvar la vida, sobre todo, de niños y niñas. "Casi siempre con poca fortuna", dijo.

    Pero sí, desalmados los habrá siempre.

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  2. Yo lo que quería subrayar es ¿hasta qué punto puede el periodista siempre hacer algo? como dicen esos corresponsales, lo normal es que ayuden, no con buena fortuna. ES como aquél vídeo del violento del metro de Barcelona pegando a una chica, la gente arremetió contra el que miraba sin hacer nada. Es muy fácil hablar desde fuera, sin pasar miedo y sentado en el sofá. ¿Deben hacer algo? sí, deben al menos intentarlo. ¿Pueden hacerlo?, por desgracia, no siempre.

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