viernes, 12 de febrero de 2010

Dios y el Colacao

Retomo el testigo de Rafa, que ya debe de haberse cansado de ser el único que publica en el blog, para contaros una anécdota: ayer estaba en la ducha y, entre canción aberrante y berrido insoportable, llegué a la siguiente conclusión: La Iglesia es como el Club Colacao. Es decir, es una Asociación (con ánimo de lucro) a la que me apuntó mi madre cuando era pequeño y que por entonces tenía sus ventajas: por pertenecer te hacían regalos (la Baticao o el reloj de la comunión, según el caso). Ahora, no es más que algo a lo que sigo perteneciendo por la pereza que me da borrarme y porque a alguien debe de beneficiar seguir manteniéndome en la lista de personas adscritas.

Este chascarrillo irreprimible se me escapa ahora que recuerdo que hace unos días mantuve una conversación con un 'numerario' del Opus Dei; en principio, un tio de mi edad, como cualquier otro. Pero es rondar el tema de las directrices que mueven tu vida y comenzar a rodar la maquinaria de la campaña de márketing. Y ni me importa hablar de mi espiritualidad o falta de ella, ni de cómo es mi vida sin Dios. Pero, por favor, ¿es tan complicado no comportarse como un comercial de Alma®? Y lo de este chico no es un caso particular.

Como me tengo en alta estima, en momentos como ese me acuerdo del payaso de Böll: "los católicos [...] cuando tienen a alguien por medianamente inteligente esperan que se convierta pronto". ¿No se cansan, dos milenios después, de seguir vendiendo vidas eternas a quiénes les da lo mismo que luego haya ángeles y nubes, 40 vírgenes para los mártires o, simplemente, un cajón de madera cara? ¿Tan jodido ven el mercado actual? ¡Qué campaña, copón!

Me declaro tan agnóstico del Colacao como de Dios. El que prefiera al conejito de Nesquik, tan guapo como al que le gusten los negritos del África Tropical. Sí, es un juego de palabras. Y yo bebo lo que me da la gana.

3 comentarios:

  1. Gracias Juli por seguir el blog, yo empezaba a tirar la toalla.

    La presión de la Iglesia y sus miembros por expandirla es como en cualquier otra cosa. A todo el mundo que se encuentra en un sitio agusto y convencido le gustaría que gente válida también lo experimente. Otra cosa es la agresividad con que se haga,la intención final de todo ello o la dificultad de echarse para atrás si no estás convencido. Pero es fácilmente entendible.

    A mi me parece que las religiones bien entendidas ayudan a mucha gente, pero como siempre, tienen también sus políticos internos que ya lo aprovechan para otros intereses, eso es lo perjudicial. Al menos es así como yo lo veo, opinión de un no-bautizado (estar "moro", como se dice en mi pueblo).

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  2. No pretendía menospreciar el valor de la religión en la vida de las personas. Siento si ha dado esa impresión. A quien le ayude, que viva la religión. Lo que me incordia es el marketing y que te miren con cara de "Ay, mísero de ti... Cuán equicado estás" cuando no compartes creencias o simplemente te da lo mismo el nombre que le quieran poner a algo que, para mí, no tiene influencia en la vida. En ese aspecto yo soy "moro converso".

    En cuanto a los politiqueos que se traen entre manos desde algunos ámbitos religiosos, cuando queráis discutimos sobre los mítines políticos de monseñor Rouco Varela. Que eso sí que tiene miga.

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