Por suerte se ha podido sacar una foto de uno de los últimos ejemplares, ahora a precios desorbitados en el mercado negro:

(Lo siento, es un chiste muy malo pero me ha hecho gracia, cuando queráis quito esta entrada)
Debate y opinión política, económica, periodística y social.
Unión Progreso y Democracia se presentó hace más de dos años a la sociedad española como una alternativa al perpetuo enquistamiento bipartidista de las Cortes parasitado por las gracias que la absurda Ley D´Hont ofrece a los partidos nacionalistas. El proyecto de la alternativa fue liderado en principio por nombres ajenos a la actividad política y más relacionados con el mundo cultural: Savater, Boadella, Gorriarán, Vargas Llosa… Se presentaba como una opción lógica. Un ideario en el que se plasmaba una vocación de romper con los asentamientos dogmáticos que aún inmovilizan a los partidos tradicionales de nuestro país. Una apuesta por el laicismo y la integración cultural de todos los folklores ibéricos en un proyecto común. Representaba una bocanada de aire fresco necesaria. Una brisa a la escandinava que proponía asumir una decidida vocación social, pública y progresista de las políticas socialdemocráticas europeas; así como las virtudes pragmáticas del liberalismo moderado para la estabilidad económica, financiera y presupuestaria.
Éste era el espíritu del proyecto. Un proyecto que nos ilusionó a muchos. La frescura de la propuesta nos sedujo por su ruptura con el orden establecido; esa pescadilla que mordiéndose la cola impedía a España avanzar por no usar el menos común de los sentidos. Un mensaje con un receptor claro: la juventud. Hartos de que un pasado (que hemos estudiado y respetamos) siga en la sombra guiando la actividad de derechas e izquierdas con el aliño de las reivindicaciones nacionalistas. Conscientes de que todavía la democracia y la integración en Europa no han conseguido extinguir los últimos rescoldos de la lucha cainita entre las dos españas, que en versión light zancadillea el camino hacia el progreso, la cohesión y la igualdad (económica en lo territorial) que necesita este país.
Como todo tipo de proyecto, éste debía de materializarse para convertirse en una realidad política y entonces Rosa Díez apareció en escena. Exiliada por su antiguo partido en
UPyD obtuvo un escaño en las elecciones generales de 2008 por la circunscripción de Madrid y su popularidad creció al calor del apoyo de los principales medios de comunicación neoliberales. Últimamente parece que Rosa ha convertido el partido en su anhelada finca particular. Ella es feliz bailando al son de Edith Piaf; otros nos lamentamos por la oportunidad perdida.